Contexto

En la actualidad, las Redes Sociales se han convertido en un instrumento popular en la sociedad. Sin embargo, debido a su evolución se han convertido en unas plataformas injustas con los usuarios.

La propuesta de valor de una Red Social se basa en ofrecer una plataforma donde los usuarios puedan compartir su contenido e interactuar socialmente con el resto de la comunidad.

Los usuarios reciben gratuitamente un servicio, este servicio convierte a la Red Social en valiosa cuando cuenta con un gran número de usuarios activos y contenido con una alta interacción.

Su próximo objetivo es ser rentable. Los métodos más populares para monetizar a los usuarios son el modelo publicitario y el uso de sus datos.

Al iniciar la monetización, el usuario además de ser quien aporta valor a la plataforma se convierte en el producto. En un producto que individualmente no puede parecer valioso pero junto al de millones de usuarios se convierte en una fuente de segmentación publicitaria muy valiosa.

Como hemos podido observar en la anterior ilustración, los usuarios usan la plataforma aportando contenido, nuevos usuarios y sus datos, mientras tanto la Red Social vende espacios publicitarios a anunciantes en función de los gustos, características e intereses de los usuarios adquiridos por la gestión de sus datos obtenidos gratuitamente. La Red Social obtiene el 100% de los ingresos, convirtiéndose en un negocio muy rentable y en una de las mayores plataformas publicitarias del mundo.

Si comparamos el modelo de una Red Social con el de otras plataformas como Airbnb o UBER, su reciprocidad con los stakeholders es distinta. Conectan demandantes con oferentes y obtienen una comisión por ello.

Estas empresas recompensan a los usuarios oferentes por el valor que ofrecen, se considera una aportación tangible que ambos conocen su valor.

Sin embargo... ¿Los usuarios de las Redes Sociales son conscientes del valor “intangible” que aportan a la plataforma? ¿Por qué no reciben parte del valor que ellos mismos generan?

Los usuarios comparten gratuitamente sus datos y consumen la publicidad a la vez que aportan valor a la plataforma. Esta situación provoca una distribución de la renta desigual respecto al valor añadido que ellos mismos proporcionan.

Ninguna de las redes sociales con mayor penetración dispone de un sistema de monetización directa a los usuarios por su valor aportado. Nos referimos a Redes Sociales como Facebook, Instagram, Twitter, Linkedin o Pinterest.

En cambio, plataformas de video como Youtube sí permiten generar ingresos a los usuarios a cambio de incluir publicidad en sus vídeos, demostrando que recompensar al usuario es posible.

Observamos miles de cuentas que albergan millones de seguidores y billones de likes que nos alegran el día con su contenido pero no son capaces de obtener una recompensa económica dentro de ese canal, tienen que obtener ingresos a través de otras plataformas o terceros (marcas o agencias de marketing). Los creadores de contenido invierten su tiempo y creatividad en crear algo que tiene valor para el usuario, son los motores de cada plataforma. En cambio, las plataformas no son recíprocas con ellos al no recompensarlos.

Cuando un trabajo no es recompensado económica o socialmente de forma directa no se fomenta el desarrollo del mismo.

Un hobby se realiza por pasión o entretenimiento, cuando un hobby empieza a desencadenar trascendencia puede convertirse en un trabajo. Es la evolución que han permitido las Redes sociales o las plataformas de video, extrayendo de ellas un nuevo concepto de trabajo que no existía, el Youtuber o el influencer.

Además, el uso de los datos se ha convertido en un activo muy valioso del cual los usuarios no forman parte.

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